Desde la invención del automóvil a fines del siglo XIX y con el pasar del tiempo, nos hemos acostumbrado a sacar la cabeza por la ventanilla o en algunos casos salir del automóvil para calcular la distancia entre los vehículos ya estacionados.

Como consecuencia de estas malas maniobras de estacionamiento, hemos tenido que visitar el taller de pintura para reparar los estragos cometidos en la operación de estacionamiento.

A raíz de esta problemática, se desarrolló una solución soportada en sistemas de sensores de parqueo, los cuales advierten de la presencia de obstáculos fuera del campo de visión, permitiendo parquear con seguridad.

Lo más significativo del sistema es la capacidad de detectar personas, así como paredes bajas, bolardos y otros objetos. Sin embargo, exige maniobras de parqueo más precisas con el fin de no estropear los componentes del sistema.

Este sistema se basa en tecnología de ultrasonido y electromagnética, otorgándole una mejor maniobrabilidad en el estacionamiento. Los sensores son instalados en el paragolpes trasero, para ayudar al conductor cotidiano a visualizar mejor el espacio disponible que tiene el vehículo en el momento de parquear en reversa, informándole mediante señales audibles o visibles cuándo se encuentra frente a un obstáculo.